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Ventanas que reducen el consumo energético

El ahorro energético, así como el confort lumínico, térmico, acústico y medioambiental, es una premisa a tener en cuenta cuando se diseña una vivienda y a la hora de decidir la distribución de las ventanas en espacios residenciales. Investigadores de la Universidad de Sevilla acaban de publicar en la revista científica Applied Energy un estudio que determina la forma, tamaño y posición de las ventanas para aprovechar al máximo la luz natural en función de la orientación de la abertura, el color de las superficies de la habitación y las condiciones climáticas.  

Según esta investigación, en una vivienda situada en Madrid con una habitación de superficies claras con orientación norte, para que haya una buena iluminación hasta cuatro metros de distancia, se recomienda una ventana que ocupe el 20% de la superficie de la fachada. En el caso de una habitación más profunda bajo las mismas circunstancias, para obtener una correcta iluminación hasta seis metros, la ventana deberá ocupar el 30% de la fachada. 

Este estudio se basa en una métrica denominada Autonomía de Luz Natural, que permite conocer el porcentaje del tiempo durante el año en el cual se consigue un umbral mínimo de luz natural sin necesidad de usar iluminación eléctrica. Se analizan los requisitos mínimos de iluminación en viviendas localizadas en Madrid, Múnich, Estocolmo y Londres, teniendo en cuenta también las condiciones de cielo de cada una de estas ciudades. 

El objetivo de esta investigación es cuantificar esta métrica en una habitación residencial para diferentes modelos de ventanas y analizar los resultados obtenidos. La reflectancia de las superficies y la geometría de la ventana son variables.  

"En general, las ventanas horizontales son más recomendables que las verticales porque ofrecen una distribución luminosa más homogénea y produce menos contrastes, lo que disminuye la fatiga visual y aumenta el confort lumínico dentro de la vivienda", añade el profesor de la Universidad de Sevilla, Ignacio Acosta. 

El color de las paredes también influye, "y mucho", en el bienestar psicológico y en el ahorro energético: "Las superficies claras, con alta reflectancia, permiten que la luz natural alcance con facilidad el fondo de las habitaciones, mientras que los tonos oscuros absorben la luz, provocando que la dependencia en la luz artificial llegue a duplicarse en el fondo de la sala", continua Acosta. 

Según el profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura Miguel Ángel Campano, con este trabajo tratan "de dar soluciones a los arquitectos para incrementar el confort general de las viviendas y edificios terciarios, utilizando para ello herramientas prácticas y sencillas que se adaptan a las características propias de cada espacio, ya sea tanto arquitectura de nueva construcción como rehabilitación y patrimonio".

 

Fuente: Diario Sevilla

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